Votar a varios partidos políticos es como ir al supermercado a comprar varias marcas que pertenecen al mismo fabricante, cuyo objetivo es aparentar diversidad. Esto tiene la ventaja de que descubrirlo no es algo obvio, sino que hay que investigarlo un poco, en comparación con tener solamente una marca de detergente.
Con las actuales elecciones a la presidencia de EE.UU., se ha producido una curiosa analogía con su cine, que sirve para mostrar cómo el gobierno real que está detrás funciona, y qué estrategia y objetivo tiene:
«Men in Black» es una película claramente sionista que tendré que analizar próximamente, pero para el asunto aquí tratado basta con mencionar solamente un dato: Inicialmente, los hombres de negro que protegen la Tierra de extraterrestres son dos hombres blancos. Entonces, nada más comenzar la película, se jubila uno, y comienzan a buscar su sustituto, el cual deciden que sea el negro Will Smith. Que sea negro no es ninguna casualidad, sino que tiene toda la intención. Así se pasan la película con la dualidad blanco-negro, tan habitual en el cine sionista. Y ya al final de la película, se jubila el otro, y le sustituye una mujer blanca, la cual tiene un temperamento más bien feminista. Así, los que al inicio de la película eran dos hombres blancos, quedan sustituidos al final por un negro y una blanca, habiendo quitado de enmedio a esos hombres blancos que tanto molestan, en un claro mensaje sexista y racista antiblanco. El mensaje es: «Hombres blancos, acostumbraos a que se os quite de enmedio».
Y desde luego que lo están haciendo con la política que se ejerce actualmente en todos los países occidentales con las discriminaciones feministas, como las cuotas en el gobierno para mujeres y tantas cosas más. ¿Y por qué contra el hombre blanco? Porque el auténtico rival del gobierno de ocupación sionista (ZOG) que gobierna en la sombra parapetado tras la fachada democrática es el hombre blanco. Es el que realmente tiene la capacidad mental y carácter inconformista para disputar el poder y gobernar, y el que lo ha hecho siempre. Tanto las organizaciones feministas como las de negros han sido dirigidas durante muchos años por judíos en EE.UU., y la apertura de fronteras a la invasión inmigrante ha sido también promocionada por el sionismo como herramientas de división social contra el monopolio en el poder del hombre blanco. Lo que se hace en el núcleo del imperio, Yanquilandia, se copia en las colonias como España, y por eso aquí hacemos lo mismo.
El cine sionista tiene una intención de preparar y acostumbrar al rebaño de la población a lo que les tienen preparado, y aquí se demuestra muy claramente con las elecciones yanquis.
Desde siempre, los candidatos a las elecciones yanquis eran hombres blancos, pero ahora en las actuales elecciones los principales candidatos del partido demócrata son Barack Obama y Hillary Clinton, un mestizo y una blanca:
Hillary Clinton y Barack Obama
El mestizo no es tan negro como Will Smith en la película, pero lo suficiente tratándose de política. Han debido de pensar que el rebaño está ya lo suficientemente acostumbrado a la nueva realidad virtual que les han vendido con las toneladas de propaganda vertidas en el cine y TV durante años para aceptar como normal el presentar un medio negro y una blanca como candidatos a la presidencia.
Así, igual que se elige, se pone y se quita a los personajes adecuados en una película, se elige, se pone y se quita también a los personajes adecuados en la película de las elecciones democráticas. Igual que se vende al público la próxima película con publicidad, se vende también los candidatos a la presidencia del gobierno de la misma manera.
Ya se habían hecho experimentos previos, como en el Reino Unido con Margaret Thatcher, en Alemania con Angela Merkel y en España con Esperanza Aguirre (en la Comunidad de Madrid). Pero en esas experiencias previas habían presentado a las marionetas como representantes de la «derecha», para que el electorado se trague la pastilla mejor. Ahora han dado un pasito más y la han presentado como candidata del partido «opuesto» del bipartidismo, en Estados Unidos el partido «demócrata».
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