En el ámbito de la educación hay dos confusiones habituales que conviene aclarar:
1. Educación e instrucción.
En la actualidad se confunde educación con instrucción como si fuera la misma cosa:
La instrucción es el proceso de enseñar conocimientos y/o habilidades a un alumno. Es una labor que corresponde a las «instituciones educativas». Hoy en día el uso de esta palabra ha quedado reducida al ámbito militar solamente («instrucción militar»), y se usa indebidamente en su lugar la palabra «educación».
La educación es el proceso en el que no sólo se les transmite conocimientos a los niños, sino que también se les inculca la mentalidad y el sistema de valores morales que sirven para hacerlos personas viviendo en sociedad. Es una tarea que debería corresponder a la familia.
Los padres tienen que tomar decisiones sobre qué y cómo educar a sus hijos. Si no lo hacen ellos, otros lo harán, y lo harán siguiendo sus intereses, que no son los de los hijos ni los de los padres (aunque estos puedan creer, en su estupidez, que lo son).
Un problema muy grave hoy en día es que los padres delegan su responsabilidad educativa en esos otros agentes, que son todos en realidad el mismo o que sirven al mismo (colegio, TV, gobierno), con los perniciosos efectos que atestiguamos. Así, si los padres son borregos y para ellos lo que dice la TV es sagrado y lo asimilan sin criticar, será normal que no les importe ni vean como perniciosa la TV para sus hijos, maleducándolos hasta extremos muy graves.
El problema es peor en realidad, pues el régimen (gobierno + medios de manipulación y entretenimiento), intenta adoctrinar a la población desde la infancia (con asignaturas en el colegio tales como «Educación para la ciudadanía» en España, o con la llamada «educación sexual»), hasta la edad adulta, con «campañas de concienciación», (pagadas con el dinero de nuestros impuestos, claro), por no hablar de la sutil propaganda en medios de entretenimiento, con lo que la familia y el individuo han de hacer un esfuerzo extra para impedir dicho adoctrinamiento, en caso de que sean conscientes de su existencia.
2. Maestro y profesor.
Conviene también diferenciar entre maestro y profesor:
La palabra maestro siempre ha tenido para mí un significado superior. Es una palabra que puede implicar un doble significado:
Por un lado, el maestro enseña no sólo conocimientos, sino enseñanzas morales y espirituales, como los yoguis de la India con sus discípulos, o Jesucristo en el cristianismo. Así, mientras los padres educan a sus hijos, el maestro es un educador de adultos. O lo que es lo mismo, unos buenos padres han de ser en cierto modo, unos buenos maestros de sus hijos.
Y por otro lado, entiendo el concepto de maestro referido a alguien que enseña solamente conocimientos o habilidades, pero de una manera excelsa. Alguien que destaca sobremanera en su labor, como los buenos profesores del sistema educativo público o privado, que haberlos, haylos, aunque sean muy pocos, (pues la mayoría son regulares, del montón, y algunos también son pésimos y perniciosos). Seguramente la calidad del profesor sigue la distribución normal de probabilidad. Pues bien, los mejores se merecen el calificativo de maestro. Son los que dejan huella en sus alumnos, y que son recordados con cariño por estos, por haber aprendido mucho con él y por haberlo hecho percibiendo en él un interés especial, incluso una bondad especial para conseguir que sus alumnos aprendieran, porque tienen vocación para la enseñanza.
Un profesor es en cambio alguien que enseña unos conocimientos según un plan de estudios. Un trabajador de la enseñanza. La correa de transmisión para implantar e inculcar los conocimientos de dicho plan de estudios en los alumnos. Alguien que no destaca, que no deja huella, si acaso, para mal. No suelen tener vocación para la enseñanza, y por eso, es más fácil que estén quemados, cansados o aburridos de su trabajo.
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