Durante la transición entre el anterior milenio y el actual, se puso de moda hacer listas con los 100 mejores actores del siglo, las 100 mejores canciones, los 100 mejores deportistas de la Historia, etc. Es algo que siempre se ha hecho, que se sigue haciendo y que se seguirá haciendo, pero en esa época, con la justificación del cambio de siglo y de milenio, se llegó a una situación exagerada en la que uno se encontraba las dichosas listas en todas partes, y aunque es algo que no tiene mucha importancia, a mí siempre me ha resultado molesto y desagradable. Como recientemente me he encontrado con otra de esas estúpidas listas (los 50 mejores goles de la Historia del fútbol), he decidido de una vez escribir para arremeter contra ello. Veamos porqué esas listas son una estupidez:
Ajustar el contenido al continente.
Que la lista esté formada por una cantidad de elementos que es un número «redondo», como 50, 100 ó 1000 demuestra que la prioridad en la realización de la lista no es el contenido (mencionar los elementos que se lo merecen, sean canciones, goles, deportistas, actores o lo que sea), sino la forma (reunir una cantidad prefijada de elementos de antemano). Y si la cantidad prefijada de antemano es menor que la de elementos que se merecen estar en la lista, pues se desechan algunos. Y si sucede lo contrario, que el tamaño de la lista se quiere que sea mayor que el de elementos que deberían estar, pues se añaden de relleno, hasta completar el numerito. ¿Hay algo más estúpido?. Sería mucha casualidad, muy improbable, que una lista bien hecha tuviera una cantidad redonda de elementos, como 100 ó 1000. Por eso, en cuanto veo una lista formada por un número redondo, ya sé que el que la ha hecho es un idiota.
Luego hay otros que para no hacer una lista con un número redondo, como 100, 500 ó 1.000, hacen una lista de 99 elementos o de 101. No sé qué es peor, si los que hacen listas con números redondos o los que pretenden ir de originales haciéndolas de un tamaño «cuasi-redondo». En realidad, sigue siendo el mismo caso que la lista de 100 elementos y sigue teniendo su mismo defecto principal: el de cuadrar la cantidad de elementos a un número prefijado, en vez de hacerlo al revés.
La cosa viene de lejos. La Iglesia tiene una lista de 10 mandamientos, y ya es bastante casualidad que sean justo 10 la cantidad de mandamientos de obligado cumplimiento. Y tiene 7 arcángeles, 7 pecados capitales, y 7 virtudes, siendo el 7 un número primo muy importante en la historia del misticismo de la humanidad, desde la época del zoroastrismo (pasando al judaísmo y de aquí al cristianismo e islam), hasta la actualidad. Es decir, que queda bastante claro que las cantidades de pecados capitales, virtudes y arcángeles considerados son 7 (y otros conceptos con siete elementos que seguro debe haber), porque han querido ajustarlo a ese número que en la antiguedad debía tener seguramente un significado esotérico importante.
Deberían tomar el ejemplo de Hilbert, que elaboró una lista de 23 problemas matemáticos no resueltos y los expuso en el Congreso Internacional de Matemáticas de París en 1900. La lista no estaba formada por un numerito redondo, así que a muchos idiotas no les gustaría la lista. Pero es que los problemas eran los que tenían que estar, y eran 23, no 25, 50 ni 100. Y que 23 sea un número primo es casualidad. No lo hizo a propósito.
Incluso hay ocasiones en las que la cantidad de elementos de la lista, sin ser un número redondo, se ha ajustado también a propósito a un número que es importante por algún motivo, con lo que el problema sigue siendo el mismo. Por ejemplo, David Lane elaboró una lista con 88 preceptos, en donde el número 88 es un número importante en su ideología política. Yo he leído esa lista, y en general está muy bien, pero puedo afirmar que hay preceptos que aunque escritos de una manera ligeramente diferente, están repetidos, por lo que sobran, y sobran porque quiso que la cantidad fuera 88 y no la cantidad de preceptos realmente necesaria. Mal hecho. Y lo mismo puede decirse con las famosas «14 palabras» elaboradas también por él, que es una cantidad de palabras escogidas a propósito para encajar con el número 14, que tiene importancia histórica por no sé qué motivo.
Cuando yo vea una lista llamada «los mejores actores de la Historia» (o canciones, deportistas o lo que sea), compuesta por un número no redondo de elementos, (como por ejemplo, 3.806), en la que cada año, si hace falta, se añade alguno, entonces pensaré que esa lista está hecha con la intención de mencionar a todo el que se lo merece o lo que lo vale, sin añadir a nadie/nada de relleno y sin dejar fuera a nadie/nada que no se lo merezca. Podrá ser más o menos acertada, como toda lista de este tipo, pero por lo menos no tendrá el defecto incapacitante de raíz que la mayoría de listas estúpidas tienen.
Incompletitud.
Por otro lado, dichas listas no se pueden hacer porque nadie conoce a todos los actores del mundo, ni todas las canciones, ni todos los deportistas, etc. Las listas se elaboran con los más famosos, y si se hace en EE.UU., país que suele ignorar al resto del mundo, la lista es más incompleta aún.
Comparar lo no comparable.
En muchas de estas listas, se comparan elementos no comparables. Por ejemplo, en el caso de los mejores deportistas, no se puede comparar a un futbolista con un tenista o con un gimnasta. A cada deportista hay que compararlo con los que realizan su misma actividad, no con otros con los que no tienen nada que ver. Incluso con frecuencia, no se puede comparar tampoco, dentro del mismo deporte, a deportistas que desempeñan puestos distintos, como por ejemplo en el fútbol, en el que no se debería comparar porteros con centrocampistas o con delanteros, (y sin embargo se hace, sobrevalorando a los delanteros y menospreciando habitualmente a los defensas y porteros, tanto en sueldo como en fama, salvo excepciones que confirman la regla). Además, puede haber deportistas que destaquen mucho en un deporte minoritario que no lo harían si ese deporte fuera más popular: Es fácil ser el mejor en algo minoritario.
Ordenar la lista.
No contentos con todo esto, encima los que elaboran estas listas se empeñan en que la lista esté ordenada. La misma gente que es incapaz de pensar y de reflexionar sobre asuntos de valoración objetiva en los que podrían (y hasta deberían) hacerlo, es la misma que se empeña en cosas absurdas como determinar quiénes fueron los mejores científicos de la Historia, y además ordenados de mejor a peor (¡casi nada!), o los mejores goles (¡como si hubiera pocos!). O quizá por eso mismo: Cuanto más subjetivo es un asunto, cuanto más difícil es valorarlo objetivamente, y cuanta más información falta para poder hacerlo, más les gusta especular y elaborar sus ridículas listas, porque se deben de sentir más seguros y más a salvo de críticas sobre el motivo por el que han hecho la lista y sobre cómo la han ordenado de la manera en que la han hecho, mientras que esa misma gente, en asuntos de valoración objetiva, teniendo los datos y la información a su disposición para sacar conclusiones y hacer afirmaciones con sentido, se esconden vergonzantemente.
Me parece bien que se hagan listas, pero bien hechas, dentro de lo posible, sin estos defectos que he mencionado.
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